Como cada tarde busca su rincón
arrastrando sus pies y los años
y su silla de asiento de paja,
su caja de costura y sus trapos.
En la galería, cerca de la cocina,
hay más luz y el sol da de frente
tiene por costumbre hacer recuento,
agujas, dedal, las tijeras y sus lentes.
Le cuesta enhebrar la aguja
una vez tras otra falla en el intento
“cada vez las hacen más pequeñas” piensa
y rebusca otra punta en el costurero.
Aunque sabe que anda mal de la vista
insiste una y otra vez en el empeño,
es lo que tiene el paso del tiempo,
ha de terminar el jersey de su nieto.
arrastrando sus pies y los años
y su silla de asiento de paja,
su caja de costura y sus trapos.
En la galería, cerca de la cocina,
hay más luz y el sol da de frente
tiene por costumbre hacer recuento,
agujas, dedal, las tijeras y sus lentes.
Le cuesta enhebrar la aguja
una vez tras otra falla en el intento
“cada vez las hacen más pequeñas” piensa
y rebusca otra punta en el costurero.
Aunque sabe que anda mal de la vista
insiste una y otra vez en el empeño,
es lo que tiene el paso del tiempo,
ha de terminar el jersey de su nieto.
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