Enfadado con tu pareja
te acercas a ella,
vanas y vacías,
valoras los gestos,
los modos y los decibelios,
te acercas a ella,
vanas y vacías,
valoras los gestos,
los modos y los decibelios,
de sus respuestas.
Cuando tenemos sueño,
olvidamos el rico
vocabulario,
del castellano antiguo;
hacemos el gesto,
de juntar las palmas de
las manos,
simulando una almohada,
hasta inclinamos la cabeza.
Que decir de lo básico,
como apañamos con gestos,
para señalar la comida,
las ganas de beber,
o ir al excusado.
Parecemos italianos,
juntando la yema de los
dedos,
agitamos el antebrazo,
dirección al esófago.
Para pedir bebida
agua, vino o cerveza.
con los dedos de la mano
como si fuera un botijo,
hacemos la cresta del
gallo,
dirigiendo el pico,
hacia la boca.
O nos tocamos el sitio
prohibido,
con mucha sutileza,
señal de válvula llena,
intestino de fiesta,
o estomago fiero.
Como nos gusta comparar,
medir y enseñar,
el dedo corazón,
cuando estamos fuera de
sí.
Levantamos el brazo,
abrimos la palma de la
mano,
cerramos el resto de los
dedos,
dejamos el corazón
estirado,
y que sea el contrario,
el que valore el
resultado.
O cuando estamos
saturados,
en cualquier reunión o
fiesta,
queremos irnos a la
francesa,
buscamos con la mirada,
a nuestro colega,
ponemos la mano derecha,
en posición lela,
y la izquierda,
golpeándola,
como si de un revolver se
tratara,
queriendo decir,
yo me voy en cero coma.
Guiñando un ojo,
hacemos la treintaiuna,
imitamos a Zapatero
arqueando el dedo en la
ceja,
¿y si atravieso el dedo
encima del morro?
¿a quien me refiero?
Con bigote o con ceja
al final estamos rodeados,
de gestos, señales y pistas,
no olvidemos nunca
la lengua de Cervantes,
las letras hacen cultura,
engrandece las relaciones,
aumenta el conocimiento,
no seamos Quijotes,
dejemos las andanzas,
tengamos los pies en el
suelo,
alabado sea Sancho Panza.
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