que Monsieur Eiffel,
una soleada tarde de otoño
la pasase turbado e inquieto
dando paseos por sus aposentos
de un lado a otro, sin descanso.
algunas palabras le salían, sin sentido
o eso le pareció al personal de servicio
tomando notas, haciendo cálculos,
asomándose a los ventanales
señalaba con el dedo las nubes
guiñando un ojo, para mejorar el tino
apuntando hacia el cielo,
dicen que le oyeron decir:
“algún día te tocaré con mis dedos”
junto con otros compañeros
ingenieros y algún arquitecto
disponían de dos años por delante
él, que obtuvo prestigio hasta la fecha
construyendo infraestructuras
usando el hierro en todas ellas,
esto fue un regalo, un premio,
si conseguía culminar la obra
le permitiría alcanzar la gloria.
con semejante estructura metálica
no costó mucho pasar a la historia
nunca más el hierro fue tan hermoso
una obra tan esbelta y bella,
que se alza desde el suelo
hasta casi tocar el cielo
como dicen que le oyeron decir
una soleada tarde de otoño.
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