viernes, 28 de febrero de 2020

PERCEPCIONES



El ruido ensordecedor y molesto de una aspiradora,
rastreando los suelos, buscando desesperadamente,
husmeando como un sabueso, nutrientes que llevarse a la panza,
gritando a grito pelado por cualquier ventana abierta
y yo pasando por debajo a esas horas tan tempranas,
en las que daría lo mismo desear un café que pedir una copa.

El olor a fritanga barata, que alguna buena persona
anda ya de madrugada, cocinando la comida diaria,
pensando en sus cosas, con el sueño pegado como una sombra,
sin apenas apetito, pero sabiendo que al acabar la mañana,
defenderá como un perro en celo su preciado trofeo,
oliendo el aceite quemado,
 al pasar por debajo de cualquier ventana abierta.

Mis zapatos, buscan las huellas dejadas por las pisadas de otros días,
calle arriba, calle abajo, cruzando calles, doblando esquinas,
luces de ciudad, únicos testigos de mi solitario camino,
escaparates de tiendas que estando cerradas, parecen abiertas,
iluminados como si estuvieran celebrando algún silencioso evento,
maniquíes, como únicos invitados, quietos, sin alma, tiesos.

En ese andar sin rumbo pero con definido destino,
siempre hay una cara bonita en tu camino,
o cualquiera otra gente, que van cruzándose contigo,
sin importar el género, por descontado,
con mochilas a la espalda o con bolsas y bolsos asidos,
miradas perdidas o con cara de niño con sueño,
y yo haciendo un recuento con cuantas me cruzo,
sobrándome dedos de una de las manos.

***

domingo, 23 de febrero de 2020

CAMBIO CLIMATICO



El ruido del deshielo de los hielos del norte,
rugiendo como solo rugen las tripas,
cuando tienen hambre y nada de comida,
o el rugido de unas fieras en libertad cuando se saben en peligro
cuando saben que su futuro es incierto e inmediato,
cuánto daño a la vista, al oído y al común de los sentidos
y a la conciencia por descontado.

El trino de los pájaros que, anunciando la primavera,
resulta que estamos en invierno,
cuando bebían agua fresca en el arroyo,
de otro deshielo, por cierto,
hoy en día andan revueltos y hechos un lío,
entre frio que pasan en verano y lo augustito que están en invierno,
cuánto daño al sentido común, a la vista, al oído
y a la conciencia por descontado.

La reina del panal siempre engalanada no se sabe porqué,
cuando todo era una fiesta,
miles de abejas a un panal de rica miel,
obreras por aquí, zánganos por allá,
todas de flor en flor, haciendo su trabajo,
y que bonitas las flores, fruto de las abejas y su esfuerzo,
y ahora, casi las contamos con los dedos de una mano,
cuánto daño al sentido común, a la vista, al olfato
y a la conciencia por descontado.
 .
Otro rugido de tripas, esta vez no va con el hielo,
viene de los ácidos del infierno,
harto de que seamos tan malos,
de estar provocando, a todas horas,
que si los insecticidas, que, si arrancamos la flora,
que si las tormentas no son certeras
y siempre caen donde apenas hay defensas,
cuánto daño al sentido común y al olfato y al oído
y a la conciencia por descontado.

El fuego purifica el alma, ¿pero cuanta alma hay suelta?
que no para el fuego de quemar,
todo lo que sale a su encuentro,
pobres animales huyendo en desbandada,
sin norte, sin protección, sin refugio,
y nosotros tan panchos, comiendo palomitas delante del televisor,
que esa guerra, esa guerra no va conmigo,
cuánto daño al sentido común, a la vista, al tacto
y a la conciencia por descontado.

***

viernes, 14 de febrero de 2020

CON DELICADEZA



Prender una servilleta de entre un montón de ellas,
sin asustarlas, sin provocar un revuelo en el resto,
y aunque notas que se resiste,
no perder los nervios ni la paciencia,
con delicadeza asear con ella las comisuras de los labios,
doblada por los extremos, sujetada con cuatro dedos.

Frenar el inicio de una lágrima que se está formando,
a consecuencia de escuchar tu canción favorita,
 de otros tiempos, una pena mal digerida,
o sentir como tuya una melodía triste, con voz rota,
provocando morriña o melancolía
y que tú sabes acabara deslizándose por la mejilla, con delicadeza.

Cuando recibes una mala noticia de alguien cercano,
y el tiempo ha separado, al que quieres mucho o has querido,
poniendo distancia de por medio pero no en afecto ni cariño,
cuando te dicen adiós para siempre, con delicadeza.

Al dejar a un pequeñín en su cunita,
 una vez que se ha dormido en tus brazos,
quedarte inmóvil, protegiendo sus sueños, a su lado,
seguir el vuelo de un pájaro hasta alcanzar su nido,
bajar la cabeza al mirarte, cuando te miro,
o tratar de explicar en cuatro palabras,
la diferencia entre un me gustas o un te quiero, con delicadeza.

Cuando tropiezas y permaneces caído,
sin ganas de ponerte de pie y afrontar tu futuro,
y no sacas una lectura de cuál fue el motivo,
cuando se acercan a tu lado y te tienden la mano,
cuando te entran dudas del camino,
cógela, algún día darás las gracias, con delicadeza.

***

viernes, 7 de febrero de 2020

GANAS DE SER MALO


No llegan caídas del cielo, van paso a paso,
sin hacer ruido, de puntillas, con disimulo marcado,
las ganas de ser mala persona,
sin saber cómo ni porque,
un día estas harto de ser lo contrario.

Te vuelves huraño, engreído, soberbio,
despeinado, sucio por dentro, dejado,
empiezan las incoherencias y las faltas de respeto,
a incordiar a todo el mundo, todo el rato.

Que te sirvan con desgana, te parece divertido,
provocas incluso que sea a la fuerza,
de cualquier manera, en cualquier antro de medio pelo,
a tomar cerveza a destiempo,
aunque de eso tu vayas tomando nota,
más que nada, de cara a un futuro no lejano.

Comienzas a visitar tugurios poco recomendados,
donde sirven líquidos al vuelo,
deslizando los vasos desde un extremo,
sorteando charcos de espuma y baba,
entre secos y tibios,
formados por la desidia de babosos,
al intentar limpiarse los morros,
o demorando el sorbo dejando que gotee la gota,
cayendo despacio sobre la mugrienta barra.

Empiezas a manejarte por los bajos fondos,
devuelves con palos las miradas retadoras,
no te reconoces al pasar por los espejos,
las yemas de tus dedos van dejando de tener huellas,
de tanto bañarlas en el cajetín de la tinta,
poco antes de hacer la correspondiente foto,
condición obligada para estar una temporada en la trena.


Con lo que disfrutaba de mi vida tranquila,
sin sobresaltos, sin vértigos, sin mareos,
que mal llevo esta pesadilla,
que gozada cuando mi conciencia estaba limpia,
si pudiera volver sobre mis pasos,
desandar el camino andado,
sería mejor persona, de eso estoy seguro,
pero un momento, ahora que caigo.
no trabaje ayer viernes y hoy es sábado,
estoy en fin de semana,
luego ha sido una pesadilla, un mal sueño.

***