viernes, 31 de enero de 2020

AMANECE, QUE NO ES POCO


Una farola, a medio camino entre mi ventana y la nada,
enviando señales, desesperada,
sus guiños y parpadeos, entran en mi estancia,
debido al desgaste del filamento,
quizá vaya notándose también los años,
o que se le están acabando las pilas.

Las calles van ocupando su sitio, su lugar,
la noche, entre quieta y dormida,
la afluencia de gente escasa, casi nula,
va llegando el momento de poner el pie en tierra,
con los ojos a medio abrir,
estando aun cerrados… y las ganas.
               
Esos segundos en duermevela,
 entre la gloria de las sabanas
y la penitencia de enfrentarse al día,
que aprovechamos para pasar lista,
a las tareas, las que hicimos ayer,
las que dijimos mal dichas, las meteduras de pata
o aquellas otras que dimos en la diana,
a las personas que tenemos a mano, a las más cercanas.

Luego, cualquier cosa te anima,
el aroma de un buen café,
o del pan recién horneado,
unos buenos días, de la persona querida,
un venirte arriba con muy poco,
de repente te das cuentas de lo bien que te sientes,
que no pasa nada, que el día promete,
que por fin es viernes.

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martes, 28 de enero de 2020

EL MOMENTO


Ay, ay, ay, cuando llegara el momento,
que el gallo se quede ronco,
que no pueda cantar al alba,
que se le pase la hora o se quede dormido,
o en última instancia cuando llegue el momento,
levantarme de la cama tapándome los oídos.

Cuando llegara el momento,
que ya va siendo hora,
que se acabe el invierno,
que me altere la sangre, la primavera,
ay que nervios tengo de acudir a cualquier evento,
que se acerque el momento
y yo, yo con estos pelos.

Ay, ay, ay, cuando llegara el momento
de viajar en el tiempo, por ejemplo,
escuchando en las ondas cualquier melodía,
de las que me hacían bailar sin quererlo,
moviendo los pies estando en cualquier estancia,
canturreando una letra desconocida,
haciendo creer que dominaba el idioma.

Cuando llegara el momento,
de echar al buzón las cartas,
cartas en las que tantas cosas digo,
cosas que tengo en el pensamiento,
y que a fecha de hoy, todavía no he escrito.

Ay, ay, ay, cuando llegara el momento,
de comprobar, que aunque me esté haciendo viejo,
quisiera seguir siendo un crío,
de volver a empezar de cero,
cambiar algunos pasos del camino recorrido,
aunque creo, que con esos cambios,
seguiría llegando donde estoy, ay, ay, ay, al mismo sitio,
llegado el momento.

***

viernes, 17 de enero de 2020

LA LAGRIMA DIJO


Dijo la lágrima:
¿Mejilla, por qué, no dejas tu piel tersa,
para que mi caída sea limpia,
para que pueda deslizarse, sin obstáculos,
aunque húmeda, cómodamente por tu rampa,
qué más da que sea de alegría o de pena?

¿Por qué de día o de noche,
cuando el silencio es eso, silencio,
tengo que estar despierta?
¿por qué no tengo horarios, mejilla?
no siendo asunto tuyo,
de día, o cuando termina la jornada,
o cuando la noche alcanza el día,
o depende mucho de las noticias,
de las cercanas, de las que me tocan,
o de las que como si fueran mías, siento,
de las que me tocan el alma,
o de las que me martillean la cabeza,
mi cerebro o mi pensamiento,
tu, mejilla, deberías tener tu casa siempre limpia.

Respondió la mejilla:
tú que ya naciste dando voces,
que nos criamos juntos,
desde que éramos bebés e infantes,
que nunca me has pedido permiso,
para expresar tus sentimientos,
lo que llevas dentro,
no es cuestión de que encere la rampa,
lágrima, tú déjate llevar,
mientras vacías las penas,
o las alegrías, según sea el momento,
pero mira, lágrima,
para facilitar tu recorrido,
 aunque yo siempre esté pendiente,
corres el riesgo, que acabado el camino,
puedas salirte de mis dominios,
debes estar alerta,
para que en el peor de los casos,
no vayas a caer al vacío.

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miércoles, 15 de enero de 2020

LA MUJER QUE YO QUIERO


La mujer que me gusta, que yo quiero,
voy a definirla, a ver si lo consigo,
me arriesgo, no obstante, a semejante reto,
no la elegiría por el deseo, de eso estoy seguro,
podría empezar por los pies o por la cabeza,
de arriba abajo o viceversa,
como haría una gran mayoría,
pero yo, yo busco otra cosa,
prefiero mirarla de frente, a los ojos,
o a la punta de la nariz, para estar más seguro,
para no esconder mi timidez
 y no desarmar mis defensas.

La mujer que yo quiero,
quisiera que expresara lo que piensa,
saber yo, de su vida, si lo cree necesario,
preguntar por sus sueños de juventud,
y cuáles de ellos se cumplieron y cuáles no,
si ha roto algún plato o si ha sido un juguete roto,
si fue princesa en algún momento,
y si no, hacerla ver que eso carece de importancia,
si ha tenido pareja de baile,
 si ha bailado sola o ha bailado lento,
si ella se quiere por dentro,
y si le da miedo mirarse al espejo,
para poder ver lo que no ven sus ojos.

La mujer que yo quiero
ha de ser optimista por naturaleza,
que se deje coger de la de la mano,
suficiente para observar el mundo desde lo alto,
que el respeto no sea moneda de cambio,
tiene que ver en mí, los mismos argumentos,
la mujer que yo quiero.

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