“A la muerta hoy
también le ha arrancado la cabeza”,
comprobó que el reverso de la hoja estaba en blanco. Entendió entonces acabada la
lectura. Colocó la cuartilla con el resto. Ajustó el mazo de hojas para que
estuvieran a ras. Seguidamente abrazó el borrador contra sí misma como si fuera
un bebé a punto de darle el pecho y exhaló el aire produciendo un suspiro de
alivio.
Sencillamente genial. Muy bueno.
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme y comentar
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