domingo, 18 de agosto de 2019

CRÓNICA DE UNAS FIESTAS DE AGOSTO


Cuando el verano se vuelve adulto
y agosto se pone flamenco,
el sol todavía queda alto
y el calor cae con justicia sobre la villa,
y San José barrunta que le cambiarán de fecha su fiesta;
y que será el patrón de la villa por unos días,
en el calendario ya está marcada esta semana,
desde no se sabe cuándo.

Se van acercando las fiestas de mi pueblo,
Fidelísima Villa, se respira por todas sus calles,
en el corazón de las Cinco Villas
Sadaba tiene por nombre,
sus gentes ya van preparando las galas:
los “pañuelicos”, las alpargatas, sus ropas blancas.

En las previas ya se ha empleado tiempo
 en pedir la colecta para arreglos del templo;
en los preparos o en recaudar algunos fondos,
de eso ya andan ocupados desde hace tiempo,
los que levantaron el mayo, hace algunas fechas;
o el inicio de algunas competiciones deportivas,
con el objetivo de hacer coincidir los premios
durante el desarrollo de las fiestas.

Se elige la reina y las damas de honor,
entre los quintos y las quintas,
y lo mismo con las más peques,
las carrozas ya van tomando cuerpo,
se decide quien guiara a la cuadrilla,
haciendo el paseíllo. el próximo sábado,
antes de que salga la vaquilla.

Algunas peñas ya han preparado sus “pipetes”
han elegido el atuendo, han soltado las derramas,
recogidos trastos viejos, comprado algunas viandas,
y en otros casos hasta han puesto fecha a las recenas.

Y llega el día grande, al son del toque de campanas,
las familias, las peñas, la gente van llenando la plaza,
el ayuntamiento engalana su fachada
se prepara la corporación, el alcalde, el pregón,
los pregoneros y los cohetes de salva,
se lanza el chupinazo, comienza la música y el recorrido,
los pasacalles, los cabezudos y la charanga.

A partir de aquí, el tiempo pasa muy deprisa,
que, si almuerzo en esta o en otra peña,
que si migas, bocadillos o huevos fritos con chistorra,
que si el juego de la alpargata,
las vaquillas, en encierros o en la plaza,
actividades culturales y sociales,
reencuentro con amigos de la infancia,
o hacía tiempo que no sabíamos de su existencia.

Se saborean los ricos panes y las típicas tortas,
las tahonas echan humo, no dan abasto,
las familias se reúnen a comer en grandes mesas,
el casino repleto como en los viejos tiempos,
café, copa y concierto,
las calles se llenan de bullicio,
las ferias, los conciertos nocturnos,
los jóvenes y críos se abrazan por las calles,
saludando a los parientes a su encuentro.

Y así un día tras otro, hasta que llega el último,
hay gente que ya se está yendo,
se pierden la saca, la última quedada,
alguna lagrima, besos y despedidas,
queda el pobre de mí y el castillo de fuego,
concluido este último, la gente va retirándose,
recordando lo mucho que han disfrutado,
así son las fiestas de un agosto en mi pueblo,
en fin, así lo he vivido yo algún año,
y en ello baso mi relato.


***

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