viernes, 13 de septiembre de 2019

LAS CALLES DE MI PUEBLO (SADABA)


Que bullicio soportabais, en otra época,
de día, con el buen tiempo,
o de noche, en cuatro sillas,
haciendo corrillo a la fresca,
cuantas pisadas sobre tus carnes, en tus lomos,
no cabía un alfiler en tu trazado, en los días de fiesta,
hoy, en las tardes de frio, en cambio,
no se ve un alma por tus arterias.

Noches de ronda, rodando a las chicas guapas,
varios mozos, trasnochando,
 uno de ellos enamorado,
te recorrían de cabo a rabo,
 abrazados como una trenza,
buscando el momento de llegar a puerto,
ronda que te rondare morena,
en algún momento de la madrugada,
desgastando alguna guitarra,
con alguna de las seis cuerdas rota,
cuantas jotas se llevó el momento,
solo tú llevas la cuenta desde tu suelo.

Te impusieron las aceras por decreto,
te clavaron los bordillos sin anestesia,
entre ambos extremos pasabas la vida,
hoy te diseñan sin obstáculos, sin grumos,
llegáis hasta la mismísima puerta,
cuando llueve de verdad, te ningunean,
y el agua se mete hasta la cocina.

Pero cuanta historia habéis contemplado,
testigos mudos del paso del tiempo,
otrora, albergabais multitud de pequeños comercios,
estos os pisaban el terreno al primer descuido,
hoy reducido su número y las ganas de sus dueños,
recuerdo el olor de los pasteles y de las tahonas,
de las mercerías, el canturreo de las costureras,
entidades de crédito y de bares como setas,
y de algún epígrafe que me olvido.

O cuando por tus dominios bajaban las mozas,
con una mano en la cadera y otra sujetando el barreño,
tratando de guardar el equilibrio, camino del rio,
de la fuente o del lavadero, sonriendo,
y si había suerte, hacían un alto en el camino,
para escuchar a algún mozo, cantar una jota.

***

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