jueves, 19 de marzo de 2020

DESDE MI VENTANA


No se ve a nadie, por más que miro,
paseando por las calles,
sé que están en sus casas, detrás de los muros,
los oigo, los siento, sus ocurrencias, sus aplausos,
aprendiendo a vivir, de otra manera, con otras formas,
buscando en los diccionarios, cuánto dura la paciencia,
como si nos consolara ver esa virtud escrita en blanco y negro.

Al otro lado, en otra especie de mundo,
los días tienen 25 horas o más,
eso se ve en las marcas que dejan en los rostros,
en el cansancio, en los dobles turnos,
trabajadores que ven el amanecer en sus puestos de trabajo,
gente que se debate entre la enfermedad y la muerte,
con el único consuelo de las personas que están a su lado,
que cuidan de ellos, suministrando algunos fármacos,
tomando los pulsos, en los casos que son necesarios,
trasladándolas a otros centros o cogiéndoles la mano.

Y menos mal que los suministros están asegurados,
aguantando lo que no está escrito al volante,
con las sirenas, con los carritos o reponiendo los estantes,
vivimos en un castillo de naipes,
una carta mal puesta, una corriente de aire,
y el estado del bienestar se desmorona,
nunca habremos estado tan cerca
a pesar de tener que guardar una distancia impuesta,
es todo tan artificial, tan momentáneo, tan presente….

***

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