En los hermosos
atardeceres de primavera,
esos que te dejan
prendado mirando el horizonte,
pasando el rato esperando
que el sol se meta,
cubierto por esa línea que
pone a prueba la vista,
jaspeado por algún montículo
lejano que acelera su puesta,
llega el momento de preguntar
a los cuatro vientos,
¿Por qué tuviste que irte,
sin avisar, sin darnos tiempo?
No era el momento, no
estoy preparado,
no puedo caminar solo sin ti, todavía.
Por quién dobla las
campanas, por quien repican,
su tañido va rompiendo la
tarde a todas horas,
y martillea mi cabeza,
poco a poco,
no, no me digáis por
quien, no quiero saberlo,
no quiero rodearme de
dolor y de pena,
no quiero ser yo quien
sufra la pérdida de un ser querido,
debería estar prohibido,
marcharse al otro mundo,
cuando estamos atados de pies
y manos,
cuando llevamos tanto tiempo
confinados,
quiero salir, quiero
darte muchos besos, un abrazo,
más no puedo salir a la
calle, no me dejan verte,
no sé dónde acudir, dónde
buscarte,
donde mostrar mi amor, estar
contigo un rato,
donde llevarte un bonito
ramo de flores.
Decidme bellos lirios del
campo,
vosotros que tenéis una
vida salvaje y placentera,
que os pasáis los días aireando
vuestros pétalos,
con la suave brisa de los
atardeceres,
recibiendo los tenues
rayos de sol,
que os dan tanto color y brillo,
decidme bellos lirios del
campo,
¿Por qué tiene que ser la
vida tan traicionera?
Si tanto os quieren, ¿por
qué no os dejan quietos?
¿Por qué empeñarse en
demostraros el amor,
arrancando vuestras raíces
de este suelo,
y ubicaros en otros
lares, otros jarrones, otros tiestos?
***
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