jueves, 16 de abril de 2020

LOS LIRIOS DEL CAMPO


En los hermosos atardeceres de primavera,
esos que te dejan prendado mirando el horizonte,
pasando el rato esperando que el sol se meta,
cubierto por esa línea que pone a prueba la vista,
jaspeado por algún montículo lejano que acelera su puesta,
llega el momento de preguntar a los cuatro vientos,
¿Por qué tuviste que irte, sin avisar, sin darnos tiempo?
No era el momento, no estoy preparado,
 no puedo caminar solo sin ti, todavía.

Por quién dobla las campanas, por quien repican,
su tañido va rompiendo la tarde a todas horas,
y martillea mi cabeza, poco a poco,
no, no me digáis por quien, no quiero saberlo,
no quiero rodearme de dolor y de pena,
no quiero ser yo quien sufra la pérdida de un ser querido,
debería estar prohibido, marcharse al otro mundo,
cuando estamos atados de pies y manos,
cuando llevamos tanto tiempo confinados,
quiero salir, quiero darte muchos besos, un abrazo,
más no puedo salir a la calle, no me dejan verte,
no sé dónde acudir, dónde buscarte,
donde mostrar mi amor, estar contigo un rato,
donde llevarte un bonito ramo de flores.

Decidme bellos lirios del campo,
vosotros que tenéis una vida salvaje y placentera,
que os pasáis los días aireando vuestros pétalos,
con la suave brisa de los atardeceres,
recibiendo los tenues rayos de sol,
 que os dan tanto color y brillo,
decidme bellos lirios del campo,
¿Por qué tiene que ser la vida tan traicionera?
Si tanto os quieren, ¿por qué no os dejan quietos?
¿Por qué empeñarse en demostraros el amor,
arrancando vuestras raíces de este suelo,
y ubicaros en otros lares, otros jarrones, otros tiestos?


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