viernes, 10 de diciembre de 2021

EL RABEL


José de profesión carpintero
apenas le quedan herramientas,
no hace muchas fechas
tuvo que llevarlas al empeño
solo conserva tres o cuatro
las que le dejó  su abuelo:
una barrena, un cepillo
una lima y un martillo.
 
Una tarde de frío invierno,
recogió un pedazo de madera
que se encontró en el camino
de regreso a casa, ya anochecido
y se puso a fabricar un Ravel
con dos o tres cuerdas, un arco
y en las clavijas, puso trocitos de hueso
acabado el trabajo,
ojala pudiera venderlo,
y sacarse unas monedas,
con ellas compraría sopa, miel
y leche para el niño nacido.
 
María, había recogido unos granos
a las puertas de una vieja molienda
de unos sacos de arpillera
que descosidos en un extremo
iban haciendo un reguero
con ellos preparo una exigua harina
amansando el resultado haría pan
galletas y unas tortitas para la cena.
 
El niño dormía plácidamente
con media sonrisa como gesto
con las manos estiradas hacia arriba
queriendo abrazarse al primero
aunque fuera en sueños
que se le acercara a darle un beso.
 
Y entre tanto llegarán las fiestas
la Navidades andaban al acecho
pero José, María y el niño
eran felices y dichosos
aunque poco tenían, si bien es cierto
se tenían el uno al otro,
y eso cuando vienen mal dadas
eso, es todo un tesoro.
y aún les quedan fuerza y ganas
para desear Feliz Navidad a todos.

 

***

 

2 comentarios:

  1. Estupendo y entrañable relato Alfredo, tú también tienes algo divino y exquisito ahí dentro.

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    1. Muchas gracias por leerme y comentar, y por tus bonitas palabras hacia mi

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