- Se llama
Juan, como papá. –Lo repitió unas cuantas veces, asida a su muñeca de trapo,
mientras señalaba a un señor que la observaba sin descanso, apoyado en el
quicio de la puerta-
Al cabo de
un rato, giró la cabeza hacia la ventana y en el cristal vio reflejada su cara de
cuando era niña, abrazada a una muñeca parecida a la que tenía en ese momento
sobre su regazo, y tras un breve silencio miró de nuevo a la mujer que tenía
sentada a su lado y la preguntó:
- ¿Cómo te
llamas?
- Me llamo
Elena como tú. -respondió-.
Y continuó:
- ¿Y tú quién
eres?
Se la
quedó mirando unos segundos y con lágrimas en los ojos respondió:
-Mamá, soy
tu hija, y el señor de la puerta es mi padre, tu marido.
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