Ninguna era suya, pero allí estaba ella, esperando que
el vocero pronuncie su nombre, no saben que no tiene quien le escriba, tampoco
ella o no se acuerda.
El reparto termina, pero ella no tiene quien le escriba o no lo sabe, desde aquella fría mañana, cuando aquellas voces correteaban por su cabeza, cuchicheando y hablando en alto.
Acabó con la vida de todos, y ahora no tiene quién le escriba o no se acuerda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario