“Mañana podrá comprarle sus malditos libros”. Escribió la nota con unos trazos que más parecían
los garabatos de un niño que la letra de un adulto.
Llegado el momento un empleado se presentó en la librería a cumplir el encargo. El librero que tenía las gafas de miope haciendo equilibrio, se hizo un lío al leer la nota y le entregó el más antiguo libro maldito que vendía.
De esto hace varios días y ahora su hijo no para de conjurar en lenguas muertas y de hablar con un ser endemoniado de bajar a los infiernos, apestando a azufre y con cuernos de fauno.
Muy bueno, finalista del Certamen de poesía!
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme y comentar, amigo
EliminarOlé, me gusta ese giro final, ¡enhorabuena!
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme y comentar, amiga Elena
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