El hombre
lobo más orgulloso de la provincia era además un miembro destacado de la
comunidad.
Respetable
y respetado, cada domingo cumplía fielmente con los oficios religiosos.
Andaba continuamente
pendiente del calendario, interesándole todo aquello relacionado con las fases
lunares como resulta obvio. Su retoño tenía la puesta de largo y necesitaba
estar informado.
Llegó la
noche esperada, la luna lucía llena en lo alto. La prueba consistía en mordisquear
un ternero.
El niño
con el cuerpo lleno de pelo, las garras afiladas y lágrimas en los ojos le instó
a su padre a no seguir adelante pues ya no comía carne, se había vuelto vegano.