viernes, 17 de enero de 2020

LA LAGRIMA DIJO


Dijo la lágrima:
¿Mejilla, por qué, no dejas tu piel tersa,
para que mi caída sea limpia,
para que pueda deslizarse, sin obstáculos,
aunque húmeda, cómodamente por tu rampa,
qué más da que sea de alegría o de pena?

¿Por qué de día o de noche,
cuando el silencio es eso, silencio,
tengo que estar despierta?
¿por qué no tengo horarios, mejilla?
no siendo asunto tuyo,
de día, o cuando termina la jornada,
o cuando la noche alcanza el día,
o depende mucho de las noticias,
de las cercanas, de las que me tocan,
o de las que como si fueran mías, siento,
de las que me tocan el alma,
o de las que me martillean la cabeza,
mi cerebro o mi pensamiento,
tu, mejilla, deberías tener tu casa siempre limpia.

Respondió la mejilla:
tú que ya naciste dando voces,
que nos criamos juntos,
desde que éramos bebés e infantes,
que nunca me has pedido permiso,
para expresar tus sentimientos,
lo que llevas dentro,
no es cuestión de que encere la rampa,
lágrima, tú déjate llevar,
mientras vacías las penas,
o las alegrías, según sea el momento,
pero mira, lágrima,
para facilitar tu recorrido,
 aunque yo siempre esté pendiente,
corres el riesgo, que acabado el camino,
puedas salirte de mis dominios,
debes estar alerta,
para que en el peor de los casos,
no vayas a caer al vacío.

***

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