viernes, 31 de enero de 2020

AMANECE, QUE NO ES POCO


Una farola, a medio camino entre mi ventana y la nada,
enviando señales, desesperada,
sus guiños y parpadeos, entran en mi estancia,
debido al desgaste del filamento,
quizá vaya notándose también los años,
o que se le están acabando las pilas.

Las calles van ocupando su sitio, su lugar,
la noche, entre quieta y dormida,
la afluencia de gente escasa, casi nula,
va llegando el momento de poner el pie en tierra,
con los ojos a medio abrir,
estando aun cerrados… y las ganas.
               
Esos segundos en duermevela,
 entre la gloria de las sabanas
y la penitencia de enfrentarse al día,
que aprovechamos para pasar lista,
a las tareas, las que hicimos ayer,
las que dijimos mal dichas, las meteduras de pata
o aquellas otras que dimos en la diana,
a las personas que tenemos a mano, a las más cercanas.

Luego, cualquier cosa te anima,
el aroma de un buen café,
o del pan recién horneado,
unos buenos días, de la persona querida,
un venirte arriba con muy poco,
de repente te das cuentas de lo bien que te sientes,
que no pasa nada, que el día promete,
que por fin es viernes.

***

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