No llegan caídas del
cielo, van paso a paso,
sin hacer ruido, de
puntillas, con disimulo marcado,
las ganas de ser mala
persona,
sin saber cómo ni porque,
un día estas harto de ser
lo contrario.
Te vuelves huraño,
engreído, soberbio,
despeinado, sucio por
dentro, dejado,
empiezan las
incoherencias y las faltas de respeto,
a incordiar a todo el
mundo, todo el rato.
Que te sirvan con
desgana, te parece divertido,
provocas incluso que sea
a la fuerza,
de cualquier manera, en
cualquier antro de medio pelo,
a tomar cerveza a destiempo,
aunque de eso tu vayas
tomando nota,
más que nada, de cara a
un futuro no lejano.
Comienzas a visitar tugurios
poco recomendados,
donde sirven líquidos al
vuelo,
deslizando los vasos desde
un extremo,
sorteando charcos de
espuma y baba,
entre secos y tibios,
formados por la desidia
de babosos,
al intentar limpiarse los
morros,
o demorando el sorbo
dejando que gotee la gota,
cayendo despacio sobre la
mugrienta barra.
Empiezas a manejarte por
los bajos fondos,
devuelves con palos las
miradas retadoras,
no te reconoces al pasar
por los espejos,
las yemas de tus dedos
van dejando de tener huellas,
de tanto bañarlas en el
cajetín de la tinta,
poco antes de hacer la
correspondiente foto,
condición obligada para
estar una temporada en la trena.
Con lo que disfrutaba de
mi vida tranquila,
sin sobresaltos, sin vértigos,
sin mareos,
que mal llevo esta pesadilla,
que gozada cuando mi
conciencia estaba limpia,
si pudiera volver sobre
mis pasos,
desandar el camino andado,
sería mejor persona, de
eso estoy seguro,
pero un momento, ahora
que caigo.
no trabaje ayer viernes y
hoy es sábado,
estoy en fin de semana,
luego ha sido una
pesadilla, un mal sueño.
***
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