Prender una servilleta de
entre un montón de ellas,
sin asustarlas, sin
provocar un revuelo en el resto,
y aunque notas que se
resiste,
no perder los nervios ni
la paciencia,
con delicadeza asear con
ella las comisuras de los labios,
doblada por los extremos,
sujetada con cuatro dedos.
Frenar el inicio de una lágrima
que se está formando,
a consecuencia de
escuchar tu canción favorita,
de otros tiempos, una pena mal digerida,
o sentir como tuya una melodía
triste, con voz rota,
provocando morriña o melancolía
y que tú sabes acabara deslizándose
por la mejilla, con delicadeza.
Cuando recibes una mala
noticia de alguien cercano,
y el tiempo ha separado,
al que quieres mucho o has querido,
poniendo distancia de por
medio pero no en afecto ni cariño,
cuando te dicen adiós
para siempre, con delicadeza.
Al dejar a un pequeñín en
su cunita,
una vez que se ha dormido en tus brazos,
quedarte inmóvil, protegiendo
sus sueños, a su lado,
seguir el vuelo de un
pájaro hasta alcanzar su nido,
bajar la cabeza al mirarte, cuando te miro,
o tratar de explicar en
cuatro palabras,
la diferencia entre un me
gustas o un te quiero, con delicadeza.
Cuando tropiezas y
permaneces caído,
sin ganas de ponerte de
pie y afrontar tu futuro,
y no sacas una lectura de
cuál fue el motivo,
cuando se acercan a tu
lado y te tienden la mano,
cuando te entran dudas
del camino,
cógela, algún día darás
las gracias, con delicadeza.
***
No hay comentarios:
Publicar un comentario