Sin moverse del sitio,
observando el lienzo,
llevaba un rato largo
tan solo unos pocos pasos
hacia delante, o a un lado
dependiendo de la luz
y en función del espacio
y de las ganas de disfrutarlo
o del incordio de críticos,
curiosos y entendidos.
En un momento dado
empezó a utilizar la mirada
y ayudándose de un dedo
dibujaba en el imaginario
el sentido de las líneas,
desde su nacimiento,
comenzaban siendo finas
majestuosas, atrevidas
avanzaban sin pedir permiso
para luego frenarse en seco
a recuperar el resuello.
Tras conseguir el objetivo
emprendían de nuevo el camino
guiadas
por un asterisco
haciendo funciones de estrella
y una media luna en lo alto,
vigilaba sin mucho sentido
las sombras de trazo grueso.
Así era su vida,
vaivenes y viceversa
con sus coloridos días,
algunos, los menos y otros,
amenazando tormenta,
y entre medias, el tiempo,
moviéndose por el espacio
sin concretar objetivos ni metas.
***
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