Pulsar él mismo el interruptor o caminar a oscuras por el pasillo, su hija le llamaba entre sollozos, y debía acudir en su auxilio, se decidió por lo primero.
Asomó la cabeza y la vio sentada en la cama, llorando y con brotes de hipo, cuando se hubo tranquilizado, dijo: “Papá, me está mirando el gato, no me deja dormir, dile que no me mire”.
A su padre le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Metió a su hija en la cama de nuevo y le dio un beso.
Al abandonar la habitación, se
volvió hacia ella y le dijo: “Cielo, sabes que no tenemos gato”.
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