sábado, 14 de septiembre de 2024

MESES DE CARNE Y HUESOS


 

 

Nuestros nombres eran los meses del año, al principio pensé que era por nuestros caracteres, además coincidía, los más fríos se llamaban enero y febrero, el más ardiente julio y mayo el más cariñoso, así con todos, luego descubrí que el motivo era otro, asignaban los nombres según el mes que ingresábamos en el hospicio.

Un día llamaron a la puerta. Un señor alto, delgado, con un enorme abrigo, un sombrero de copa y un carruaje tirado por caballos aguardando, preguntaba por junio, desconocía que ese era el nombre.

Su difunta mujer le había confesado que lo abandonó una noche de verano, pero el “junio” que buscaban había causado baja el invierno pasado. Una paliza mal curada por lo visto.

Le entregaron al junio de este año. No descubrieron el engaño.


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