domingo, 30 de noviembre de 2025

DE SOLSTICIOS Y BOTELLONES


 

“Llegas tarde”, le afea su amigo.

“Se me pasó la hora, perdona”. – Era mentira, llegó tarde a propósito, se entretuvo dando vueltas para que el recorrido se le hiciera más largo.

Solía celebrar todos los solsticios y los equinoccios con los amigos. Era una costumbre de hace años. Lo celebraban juntándose en el parque. Tomaban unas cervezas y asaban algo de carne. Esa noche entraba oficialmente el invierno.

“Tienes cerveza fría en el cubo”, le dijo su amigo mientras colocaba en la parrilla los trozos de carne.

Eran cinco los amigos que se juntaban para estas celebraciones. No hacía mucho tiempo que fue la última vez que estuvieron todos juntos. Esos recuerdos le traen tristeza a su rostro. Ya solo quedaban dos, pero siguen manteniendo la costumbre, sobre todo por ellos. No hablan mucho de eso.

Las llamas devoran los trozos de madera sin prisa. Chisporrotea la leña a medida que se hace brasa, soltando pequeñas lucecitas de ceniza y perdiéndose en la oscuridad de la noche.

Los dos amigos permanecen en silencio sin apartar la vista del fuego. Uno remueve con un palo los trozos quemados de madera, haciendo un colchón de brasas para facilitar la colocación de la parrilla. El otro sigue pensando en sus cosas.

Un coche de la policía local frena a unos metros de donde se encuentran, rompiendo el silencio de la noche. Una agente se baja, intimidándoles:

“Está prohibido hacer fuego en la calle”

“¿No os parece que ya sois mayores para hacer cosas de adolescentes?”. Continúa diciéndoles.

“Coja un trozo de carne, agente”, le ordena el amigo.

Le acerca un trozo de pan y otro de carne asada. La agente duda un momento. Extiende la mano y, dando las gracias, se lo lleva a la boca.

“En el cubo tiene bebida fría”

Está a punto de salir el sol. Los tres están sentados en el borde de la acera, sin dirigirse la palabra.

Uno de ellos se lleva la botella de cerveza a la boca, otro juguetea quitándole la pegatina a la suya y el tercero se levanta a por otra.

El fuego está apagado, pero la brasa aún se retuerce, negándose a ser recogida. La cerveza del cubo ha dejado de estar fría hace rato.

La agente se levanta sacudiéndose el polvo de los pantalones del uniforme.

“Os tengo que dejar” “Empiezo turno en un rato y quiero pasar antes por casa”. Se despide la agente.

Los dos amigos miran como se mete en el coche y se aleja. Aun se quedarán un rato más a esperar que salga el sol.

Ha empezado oficialmente el invierno y hace frío.

La Navidad hace días que lleva anunciándose en las calles con sus luces y sus descuentos.

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