La cabeza apoyada en la ventana,
dando vueltas al porqué de las
cosas,
haciendo una liquidación rápida,
de los pros y las contras,
resultado de las apuestas de la
vida,
sin tratar de cuantificar las
ganancias o las pérdidas,
aunque nunca le gustara el juego,
solo para calibrar lo arriesgado
que fue en algún caso.
Con la cabeza caída, hacía un
lado,
el más abusado, de los dos que
tenemos,
mirando a la nada, apoyada la
frente en el cristal,
con vaho y bastante húmedo,
consecuencia del calor que
desprende la estancia
y el frio de sus ganas en ese
momento,
en otra época garabateo un
corazón en esta misma ventana,
hoy, roto por el paso del
tiempo,
y por otros motivos que no
vienen a cuento.
Todavía se pregunta por qué le alzó
la mano,
porque le golpeó con saña,
y dejo marcas, donde antes hubo
cariño,
si todo iba bien, si se querían
mucho,
esto no debería ser más que un
mal sueño,
y encima dicen que tuvo suerte,
podría haber sido un número más
y haber dejado este mundo antes
de tiempo.
Buscando el consuelo, sin saber
muy bien de quien,
tratando de arrepentirse de sus
pecados,
aunque la lista de los mismos
aparezca en blanco,
apoyada la desgana sobre el
único obstáculo,
que separa de un salto el
confort del suelo,
o simplemente intentando que pase el tiempo,
quizá esto último, lo único bueno
que le ha pasado,
en su vida, en los últimos años.
***
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